La jornada continua y la diversidad

Eneritz Esteban Cuevas

Ser diferente nunca fue fácil, y menos en un sistema educativo como el nuestro, el cual está diseñado en papel, bonito teóricamente, utópico a la práctica.

Soy madre y soy profesora. Tengo una hija con un trastorno del lenguaje, que le impide llevar un proceso de aprendizaje “normal”, puesto que nuestro sistema educativo está basado en el “logos”, la palabra. Hoy en día, parece demostrada la teoría Howard Gadner acerca de las múltiples inteligencias. Aceptamos que no todas las personas tenemos la misma inteligencia ni las mismas capacidades. Gadner nombraba 8 tipos de inteligencias: lingüística, lógica-matemática, espacial, musical, corporal-kinestésica, interpersonal, intrapersonal y naturalista. El sistema educativo acepta la teoría de las múltiples inteligencias e intenta reinventarse y adecuarse a las necesidades de cada alumno; sobre el papel las expectativas son maravillosas, aprendizajes personalizados, diseños universales de aprendizajes, cooperación… Pero, ¿cuál es la realidad? La realidad no es tan bonita como se pinta y al final los ratios tan altos, la falta de profesorado… y demás factores por todas conocidos hacen que todo lo del papel sea utópico y que nuestro sistema educativo se centre en un aprendizaje lingüístico ignorando otro tipo de inteligencias.

Como profesora, intento todos los días aplicar metodologías que ayudan a todos, con diferentes modelos y adaptaciones a los alumnos que las necesitan, intentando que no sea la inteligencia lingüística la única baza. Pero muchos días salgo muy frustrada del aula, siento que son muchos, que el tiempo es escaso y no puedo llegar a todas. En aulas de 30 o más y sesiones de 55 minutos, no se emplea el tiempo necesario para cubrir todas las necesidades del alumnado y mucho menos si estas son especiales. Como madre me frustra muchísimo ver las dificultades que tiene mi hija para avanzar en el sistema educativo, cómo este sistema no está diseñado para ella, ni para personas con dificultades como ella. Veo cómo en su aula hay cada vez más alumnado y veo, en consecuencia, cómo sus horas de “ayuda” disminuyen. Y ahora, otro año más me vuelvo a encontrar con la misma pregunta: ¿Jornada continua o partida? Y veo cómo compañeros de profesión ven como una mejora laboral instaurar una jornada continua. Y yo me pregunto, ¿en serio mejora vuestra condición laboral, salir una hora o dos antes? (La mía en estas condiciones, desde luego, no mejoraría, al contrario: al tener las mismas condiciones en sesiones más breves, sentiría doble presión).

El poeta latino Juvenal (circa 100 A. D.), dijo “pan y circo”. Es decir, al pueblo hay que darle algo para que esté tranquilo y no se preocupe de hechos controvertidos. La misma sensación tengo con el debate de “jornada partida o jornada continua” . A finales del año pasado, el Gobierno de Navarra se decantó públicamente, y así lo reguló, por la jornada partida, sin mucha defensa de la misma y volviendo a dejar la decisión en manos de las familias. Si tan clara tiene su decisión ¿por qué no la implanta? De esta forma rompen la unidad de lo que debería considerarse comunidad educativa, mcon guerras entre familias, profesorado, direcciones… Cuando deberíamos ser una unidad y luchar por temas que realmente importan, como la bajada de ratios, la estabilidad del profesorado, la carga de trabajo del profesorado…Y, por supuesto, el bienestar de nuestros hijos e hijas.

La jornada continua no mejora ni la calidad laboral del profesorado, ni la calidad educativa del alumnado; al contrario: la entorpece. La jornada continua pretende impartir el mismo número de sesiones en menos horas. Es decir, todo va a ir más rápido, con la desventaja que esto tiene en el alumnado: no descansa suficiente, no se le puede dedicar tiempo suficiente… Pues todo esto afecta mucho más a niños y niñas con necesidades educativas diferentes. ¿Si en 55 minutos somos incapaces de llegar a todo el alumnado, ¿en 45 lo haremos mejor? ¿Por qué no aceptamos que no estamos preparados para la jornada continua?

Nuestra sistema educativo no está preparado para tal jornada sin antes haber obtenido ciertas mejoras, como ratios, docencia compartida… Como profesora y como madre veo que en estas condiciones la jornada continua solo garantiza un deterioro de la calidad de la educación y, si en general no beneficia a nadie, la veo como un obstáculo directo a los niños y niñas con necesidades y ritmos diferentes. Demasiado duro es su día a día en la escuela como para que les compliquemos aún más, impidiéndoles seguir un ritmo adecuado para ellos y privándoles del descanso suficiente. ¡Unámonos toda la comunidad educativa y luchemos por lo que realmente importa!

Eduki hau partekatu:

Jardunaldi Jarraiari EZ esateko 10 arrazoi

Badira arrazoi objektiboak datorren bozketan EZezko borobilerako zure ikastetxean.